⚲ Aceh, North Sumatra.
Indonesia
Era Mayo y aterrizaba en la ciudad musulmana más conservadora de Inodonesia, Banda Aceh.
Una ciudad en donde no está bien visto que la la mujer salga sola, debe estar acompañada de un hermano, su padre o su marido. Una ciudad donde no se pueden enseñar hombros, muñecas, ni tobillos. Una ciudad cuyas playas no son para bikini, ni para mujeres. Una ciudad en la que se castiga con latigazos en publico el consumo o venta de alcohol.
Pero también es una ciudad de fortaleza, de comunidad reconstruida tras el tsunami de 2004, de unión tras tragedia. Una ciudad donde mujeres y hombres te dan la bienvenida y sin apenas conocerte, te abren las puertas de su casa, su religión y su cultura.
Fue aquí donde conocí a Sam, un señor que me ayudó a construir una de las experiencias más bonitas de mi vida. Un señor con un corazón enorme que también me enseñó que no hay edad para parar de soñar y que construir tus sueños, es posible. Él también me enseñó la cara preocupada del consumo y el descuido medioambiental en Indonesia. Pero de esto te hablo en otro post.
Le conté a Sam mi historia con los objetos, y él nos llevó hasta Aminah.
Aprendí de la historia, de la cultura y de la religión. Aprendí de la historia individual de Aminah, y de los roles en su familia. Aprendí Bahasa, y probé deliciosos dulces indonesios. Aprendí a tejer mimbre, y a construir objetos y relaciones de a poco. Aprendí a mezclar el inglés con el Bahasa y la mímica. Aprendí a interpretar diferentes gestos de admiración y respeto. Aprendí un poco más del mundo que nos separa, y de cuánto de normal vemos el mundo que nos rodea.
Fueron tres días en los que me ardían las manos pero me vibraba el corazón. Aceh no fue una ciudad fácil, pero me enseñó muchas cosas y gente maravillosa.
Una historia de mimbre y bahasa.
____________________________
Comments